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viernes, 10 de enero de 2014

Capítulo 2. "Lupus Clavem"


La semana no estaba resultando tan divertida para Daniella, Justin era su criado pero apenas hablaban, la chica casi siempre estaba con Ronald y seguía enfadada con Lis, aunque sabía que había sido su culpa era demasiado orgullosa como para reconocerlo, sabía que le tendría que dar una explicación y no podía contarle la verdad, aún menos liberar todos sus sentimientos porque eso haría a su mejor amiga sentirse mal y eso era lo último que quería, que la que siempre la había apoyado de forma incondicional se sintiese mal por algo que se escapaba del alcance de sus posibilidades.
Además estaba el hecho de que se acercaba el fin de semana del Lupus, oscilaba entre el día siguiente y el domingo, y tenía miedo, nadie sabía quién podía ser la próxima víctima del mortífero y despiadado animal, y trataban de proteger sus casas lo máximo posible aunque la fuerza de este era tal que había logrado incluso vencer el mismísimo hormigón.
Era la Flyer del equipo de animadoras, había conocido a Marcus en una competición, era del pueblo vecino y rápidamente habían congeniado, ahora se alegraba de que no fuese a su instituto, aunque en su día eso la puso mal.
Miró a las gradas  y al ver a Lis sonrió aliviada, luego vio a Justin y su expresión cambió. Antes de empezar nada notó unas manos ceñirse en torno a su cintura, se giró y vio a Ronald examinándola con sus ojos azules.
-Estás preciosa – le dijo con una sonrisa.
-Gracias – dijo Daniella algo ruborizada- Espero que tengáis mucha suerte Ronald, seguro que lo haces genial.
-Como para no hacerlo, tenemos las animadoras más guapas, especialmente la Flyer.
-Que tonto, Ronald – sonrió Daniella.
El entrenador llamó a Ronald y este se despidió de la chica con un beso en los labios aunque ella no acababa de acostumbrarse aún a ello.
En ese partido habían introducido la variante de los bastones y estaban nerviosas, empezaron el número y todo salió bien, finalmente tenían que hacer la pirámide y aguantar en el aire veinte segundos, al ser la Flyer, Daniella, tenía que situarse en la cúspide de esta  que consistía en tres personas en los laterales izquierdos, dos en el centro y tres en los derechos haciendo de base y de pie. Las de los laterales sujetaban dos chicas en pie sobre sus hombros y las del centro ayudaban con el equilibrio. Esas dos chicas de arriba a su vez sujetaban a una chica cada pareja un componente de la pareja de los brazos y la otra de una pierna, ya que la otra pierna quedaba alzada en el aire. Estas dos a su vez sujetaban a Daniella que estaba en el centro de todo, con una pierna en el hombro de la chica que sujetaban a las de arriba. Después de eso empezaron a bajar con ágiles piruetas y todos estallaron en aplausos.
Cómo a Daniella no le gustaba mucho el deporte corrió hasta el vestuario para cambiarse y vestirse para la fiesta: pantalones cortos de rayas verticales negros y blancos, blusa de seda roja a juego, tacones rojos y complementos negros, se pintó un poco y dejó su melena rubia recogida en una coleta bien hecha, luego fue hasta las gradas y se sentó cerca de Lis pero no al lado, ya que seguían enfadadas.
Lis había aplaudido al ver a su amiga en lo alto, le encantaba que le saliera, sabía que costaba un montón y aunque le hubiese gustado ser animadora como ella no tenía agilidad para eso.
Justin llevaba días sirviendo a la chica en secreto y estaba deseoso de que acabase pero aún quedaba y tenía que aguantar, por bocazas, aunque así al menos pasaría más tiempo con su novia porque Daniella estaba con su chico.
Rápidamente a Daniella se unieron Chelsea y Morgan, una a cada lado flanqueándola. Sabían algo de lo que había pasado con Lis, y no querían verla mal.
El resto del partido transcurrió rápidamente, su equipo había ganado gracias a algunas intervenciones de Ronald, que al terminar corrió hasta donde estaba Daniella y le dio un beso.
-Me ducho, me cambio y vamos a la fiesta, ¿vale?
La chica asintió y se despidió de él con la mano. Sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien, pero no le quedaba otro remedio.
Ronald no tardó mucho en cambiarse de ropa y cuándo lo vio llegar con la americana puesta y los pantalones vaqueros de pinzas, sonrió, tenía mucho estilo.
La fiesta sería en un pub cercano, y cada uno iría por su lado aunque luego todos se reuniesen allí.
Justin, una vez acabado el partido casi obligó a Lis a irse de allí. No quería que Daniella le diera más órdenes y estaba cansado de verla.
-¿Estás bien?- Preguntó la chica. -Estás muy raro últimamente.
-Perfectamente- Contestó él sonriendo. -Quiero llegar pronto a la fiesta y poder estar contigo.
La chica sonrió y le dio un beso, había cosas de él que cada día le guastaban un poco más. Al final terminaron montando en el coche y Justin empezó a conducir aunque se entretenía mirándola siempre qué podía.
Una vez todos se encontraban en la fiesta, Daniella miró a su amiga de lejos y negó con la cabeza, no sabía cuánto tiempo estarían peleadas pero no quería que fuese mucho, aunque era su culpa, no se atrevía a hablar con ella. Ronald la tenía abrazada por detrás mientras hablaban con más gente, pero ella observaba de reojo a Justin y Lis, cada vez sentía más ganas de llorar, por eso se libró un momento de su novio y fue hasta el baño dónde las lagrimas empezaron a salir y a estropearle el maquillaje, pero no podía evitarlo, se sentía demasiado mal consigo misma y con todo en general, estaba con alguien por estar, por una maldita apuesta, y ni si quiera sentía nada por él.
Después de tranquilizarse y retocarse el maquillaje, ya que afortunadamente siempre llevaba encima, volvió con Ronald y se apoyó un poco en él, había decidido ignorar a su amiga y al novio de esta por completo.
Lis hablaba con Justin, desde que estaba con él no necesitaba nada más, sólo a Daniella pero no era posible aún. Se dejó llevar por los besos de su chico. Al principio se negaba a darlos en público pero después de tanto tiempo se había acostumbrado y le daba igual.
Justin sonreía con su novia, desde que estaba con ella todo había cambiado a bien, estaba siendo mucho más sensato, sólo tenía problemas con la amiga de ella y tampoco sabía el motivo.
Daniella había decidido dejarse llevar y refugiarse en el alcohol para olvidarse de todo, ella y Ronald bebían a la par, ya llevaban cinco copas cada uno y en aquel momento ella ya había olvidado cualquier problema y se centraba en tratar de mantenerse en pie, aunque su novio la ayudaba.
Él empezó a besarla de un modo más intenso que las veces anteriores pero a Daniella le daba igual, sólo necesitaba estar con alguien, distraerse dejar de pensar y dejarse llevar de una vez por todas.
-¿Vamos a dar una vuelta? – Preguntó Ronald en su oído- Ya sabes, solos.
Aunque al principio a Daniella le dio reparo, finalmente asintió y ambos abandonaron juntos la fiesta, montándose en el coche de él y desapareciendo del local.
Ronald mientras conducía con una mano, sujetaba la de Daniella con la otra y sonreía al mirarla, siempre le había gustado y ahora que tenía la oportunidad no tenía pensado desaprovecharla bajo ningún concepto.
Paró cerca del bosque, dónde nadie podía verlos y sonrió, se bajó del coche y se subió en la parte trasera instando a Daniella a que lo hiciese también, la chica al principio se negó porque no confiaba mucho en él todavía, pero el alcohol hizo que terminase de dejarse llevar.
Una vez allí, Ronald la sentó sobre él y empezó a besarla, deslizando sus manos por todo su cuerpo, acariciándola con ansia, ella empezaba a ponerse nerviosa, no quería, pero no sabía frenarlo. Cerró los ojos y por un momento quiso perder la consciencia de donde estaba. Notó como Ronald se deshizo de su ropa y entonces los abrió asustada.
-No por favor – le pidió, pero el chico no paraba, y ella no quería, simplemente no podía más, aquello era demasiado y nadie la había visto nunca de ese modo- Ronald, para.
Ronald hizo caso omiso a las palabras de la chica y el mismo se quitó los pantalones, ella trató de huir pero la sujetó con fuerza de la muñeca, y al ir Daniella borracha no pudo oponerse a su agresor como era debido.
El chico quitó la ropa interior de Daniella con manos expertas con rapidez, iba a ser suya como fuese, siempre la había deseado y ese era el momento, no podía esperar más, no con ella, le atraía demasiado.
Se vio desnuda frente a él, lo miró a los ojos y pudo advertir la lujuria, entonces sintió miedo, más que nunca, gritó pero sabía que nadie la escucharía, empezó a llorar y a temblar compulsivamente mientras movía las piernas y las manos para oponerse a Ronald, pero el chico era demasiado fuerte y le sujetó las muñecas con sus manos, mientras la tumbaba, Daniella trataba de mantener las piernas cerradas pero con su mano libre y la fuerza bruta de Ronald este logró que las pusiese sobre sus hombros.
Sin miramiento alguno se introdujo en ella de un movimiento seco, ante esto Daniella profirió un grito de dolor, como si le clavasen miles de cuchillos dentro, también notó como empezaba a sangrar, hecho que extraño a Ronald ya que pensaba que no era virgen pero luego sonrió, no había nada mejor que una virgen.
Empezó a entrar y a salir de la chica con movimientos rápidos, ella lloraba y trataba de resistirse pero no podía, por eso de últimas cerró los ojos y trató de pensar que el dolor pasaría que era sólo algo pasajero, una pesadilla, un mal sueño, que no estaba ocurriendo. que no era ella.
Notó como Ronald se salía de ella pero el dolor seguía ahí. Se incorporó como pudo y lo miró a los ojos, el chico sonreía pero ella lo miraba con los ojos cargados de odio, el alcohol había dejado de hacer efecto sobre Daniella, había sido sustituido por un estado de shock. Sin saber porque dio un tortazo al chico que no sabía bien qué hacer con ella y al recibir el golpe abrió una de las puertas y tiró toda la ropa y el bolso de Daniella al exterior, ella corrió fuera y las cogió, vistiéndose rápidamente, iba a subir al coche cuándo lo vio arrancar y se vio sola en mitad de la nada, era ya de noche y el Lupus podía salir en cualquier momento de la nada y matarla.
Sacó su móvil y miró la batería, tenía poca, le llegaría para una llamada. No podía llamar a sus padres, la matarían, a Lis tampoco por que se preocuparía, y no confiaba en nadie más, sólo le quedaba una persona, así que marcó su número.

-Just..Justin – consiguió decir llorando al ver que descolgaba.


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