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jueves, 16 de enero de 2014

Capítulo 4. "Lupus Clavem"


Ronald volvía a jugar con ella, manipulaba su cuerpo a su antojo, pero esta vez no en un coche, sino en un camino, en mitad de la carretera, ella gritaba pero no obtenía auxilio, los coches pasaban cerca de ellos pero nadie se paraba a ayudar, no podía creer todo aquello, sabía que era una pesadilla.
Cuándo logró despertar miró a Justin que dormía en la silla, sin ser consciente de lo que hacía besó sus labios de forma rápida, una simple unión y luego se apartó para ir al baño a echarse agua en la cara.
Al mirarse al espejo sintió unos ojos azules clavados en ella, se giró y era Ronald, luego miró su propio reflejo y vio que sus ojos eran iguales que los de su agresor. Profirió un grito y el dolor de los cuchillos volvió a ella.
Parpadeó un par de veces y se vio incorporada en la cama, con la mano en el corazón que le latía muy rápido y con la mirada sorprendida de Justin sobre ella.
Había sido todo un sueño, un maldito sueño, que la atormentaría el resto de su vida.
Justin había estado despierto toda la noche, estaba cansado y casi dormía cuando la oyó gritar y la miró con atención, lo que le pasaba no estaba bien.
-Estamos solos tranquila, aquí no te va a pasar nada- Aseguró el chico. -No te tocará más, te lo prometo.
Daniella lo miró asustada y con los ojos anegados en lágrimas. Las reprimió y luego suspiró mientras se levantaba de la cama, miró a Justin y notó su cansancio, ambos necesitaban descansar.
-Llévame a casa por favor -le pidió ella- Y si quieres, solo si quieres quema todo lo que llevaba anoche, esta todo en una bolsa metido.
-Ve al médico, aunque sea a uno que no te conozcan para nada, pero tienes que ver si tienes aún problema...- Dijo él preocupado. -Te llevaré a casa enseguida pero primero vas a desayunar algo, lo necesitas y tendrás hambre porque seguro que no cenaste antes de la fiesta y en tu casa te vas a negar a comer.
Lo miró despacio, no tenía ganas de discutir de nuevo y sabía que saldría perdiendo. Asintió con la cabeza y lo siguió hasta la planta baja, una vez allí la guió hasta la cocina donde la chica se sentó en uno de los taburetes que bordeaban la isleta de mármol blanco de esta.
-Iré al médico de la ciudad vecina - le dijo sin mirarlo- Iré el lunes al privado, los fines de semana no trabajan.
-Mientras que vayas me vale- Dijo él mirando los cajones. -¿Qué quieres comer?
-Me da igual, no tengo hambre - respondió ella- Si como algo es para no discutir.
Justin negó con la cabeza y encontró unos pocos cereales en una caja. Sacó un bol, la leche, zumo, un vaso y los cereales. Se lo colocó todo encima de la mesa y se sentó apoyándose sobre la mano. Estaba más cansado de lo que creía pero tenía que llevarla a casa cuanto antes.
Miró la comida con resignación y se limitó a vaciar leche en un vaso que se tomó rápidamente casi al trago, quería estar lo menos posible junto a él, a pesar de que la había salvado cuánto más cerca estaba más le dolía todo lo que sentía.
-¿Podemos irnos ya?- preguntó al terminar la leche.
-Deberías comer algo pero bueno- Dijo él levantándose.
La guió hasta el coche y arrancó. Mientras que conducía la miraba de reojo, estaba mal por lo que le había pasado e indirectamente había sido su culpa lo que le hacía sentirse peor. Al cabo de un rato llegó a la casa de ella y suspiró.
-Ten cuidado anda- Susurró él.
-Gracias-susurró antes de bajarse-Y ya sabes esto mantenlo en secreto por favor...
Durante el camino no había hablado seguía tratando de asimilar todo pero ahora temía que él lo contase.
-No se lo diré a nadie, pero cualquier problema no dudes en decírmelo, aunque no nos llevemos nada bien pero no me gusta ver a alguien así.
 “A alguien“ Pensó Daniella, ella jamás seria nadie especial para él y había hecho todo eso por lástima. Cada vez se sentía peor consigo misma y con la situación.
-Te devolveré la ropa de tu madre lavada-murmuró.
Tras decir esto se bajó del coche y entró en su casa corriendo, por fortuna sus padres no estaban, cosa que la alivió.
Puso el móvil a cargar mientras volvía a la ducha pero no podía estar mucho tiempo, el recuerdo de Ronald la atormentaba y tuvo que salir rápidamente mientras temblaba.
Se puso su pijama y metió a lavar las cosas de la madre de Justin.
Cerró toda la casa con llave, al igual que las ventanas, pero antes se aseguró de que no hubiese nadie escondido, tenía demasiado miedo, no tenía pensado salir en todo el día y ahora que estaba segura iba a tratar de dormir.
Pero al llegar a su cuarto vio una llamada perdida de su madre y un whatsapp preguntando que donde pasó la noche, mintió diciendo que en casa de Lis y se tumbó en la cama, necesitaba dormir, para no sentirse tan sola, ya que el silencio era el ruido que más temía, encendió la televisión de su cuarto. Cuando pensaba que iba a dormirse daba pequeños espasmos pensando en Ronald, y así estuvo toda la mañana hasta que logró cerrar los ojos que estaban anegados en lágrimas, nunca tendría a Justin, la habían violado y tenía demasiado miedo.

Cuando pasó un rato decidió ir a casa de su novia, sabía que le esperaba una buena con ella por haberla dejado tirada pero esa ocasión le había superado. Condujo hasta su casa y llamó a la puerta de esta. Espero unos minutos y fue ella quien le abrió sorprendida y cerró antes de que sus padres salieran.
Lis estaba enfadada con él por lo que había hecho, era la primera vez que la abandonaba en una fiesta y esperaba que fuese la última, además esa noche era de Lupus y corría peligro sola por allí, aunque por suerte Helen la llevó a casa pronto.
-Lo siento Lis, el robo y todo eso me tuvo ocupado...- Dijo Justin mintiendo.
-Tendrías que habérmelo dicho- Le espetó ella. -Estaba preocupada.
Justin se acercó a ella y la acarició cara mientras se acercaba a sus labios y la besaba. El sabía que si no lo hacía sería peor y la quería a su aunque hubiera cometido un fallo.
-Lo siento de verdad- Dijo en bajo. -No pude volver a por ti porque había caído la noche y habían dado el toque de queda...
Lis le entendió y estuvo hablando con él hasta bien entrada la tarde porque había dicho a sus padres que se iba a comer fuera. Después de mucho pensar decidió que ella tenía parte de culpa en que su amiga no la hablase y estaba preocupada porque en la fiesta no la vio aparecer después de que se fuera con su novio.
"Tía siento todo lo que te he dicho. ¿Quieres hablar? ¿Quedamos esta tarde y damos una vuelta? Perdóname..."
Le dio a enviar y espero la respuesta, tenía la esperanza de que volviera a ser como antes.

El sonido del móvil la sobresalto, miró asustada por toda la habitación pero vio que no había sido nada, sólo el móvil. Con un suspirp de alivio lo cogió y miró la pantalla al ver que ponía Lis se asustó, si Justin le había contado algo lo iba a matar.
Abrió con miedo el whatsapp y al leerlo volvió a llorar, no se sentía bien consigo misma ni teniendo secretos con su mejor amiga pero ya eran dos los que le guardaba y no sabía por cuál se enfadaría más, si lo de Ronald o lo de Justin.
Aunque lo de este último era algo que ella no podía controlar, no le contaba nada para no hacerle daño, la quería demasiado y sabía que se sentiría culpable y lo dejaría, y no quería eso, al menos una de las dos tenía que ser feliz.
Decidió contestarle, ya que de otro modo no ganaba, solo perdía y no podía perder a su mejor amiga.
"¿Donde estas? "
Lis miró el mensaje, no estaba estafado con ella al menos.
"En la cafetería que hay al lado de tu casa ¿vienes o te busco?"
Si le decía que estaba con Justin se enfadaría.
"Voy yo"
Después de contestarle fue hasta el armario, estaba tan hundida que no tenía ganas ni de arreglarse, ya no le importaba absolutamente nada.
Cogió unas mallas azul marino, una camiseta blanca con dibujos del mismo color que las mallas, una chaqueta rosa y unas deportivas rosas con el símbolo de adidas en azul marino.
Se puso una gorra, adidas también, de color blanco con el símbolo en rosa y salió de casa con las gafas de sol puestas, a pesar de que era por la tarde y apenas había sol no quería que nadie la reconociese vestida de ese modo y sin arreglar.
No sabía bien que le diría a Lis, le debía una explicación y no sabía como dársela.
Al llegar a la cafetería y ver a Justin su corazón empezó a latir muy rápido de nuevo, no soportaba más estar cerca de él y no poder tenerlo, sentía que iba a explotar en mil pedazos, pero ya había quedado con Lis y no podía irse así que suspiró y llegó al lado de su amiga.
Lis no la había reconocido de lejos pero al verla se levantó y la dio un abrazo.
-Siento mucho como te hablé el otro día- Dijo en bajo.
Rápidamente se apartó, sabía que era Lis y que no le haría nada, pero el contacto la hizo estremecerse y recordar las manos de Ronald recorriendo su cuerpo mientras ella le gritaba que parase.
-No pasa nada, yo también lo siento - dijo Daniella despacio sin ni si quiera mirar a Justin, era incapaz.
Lis se extrañó por su comportamiento pero al menos habían hecho las paces más o menos. La invitó a sentarse y así lo hizo.
Justin miraba a la chica, sabía que estaba destrozada por la noche anterior pero no podía decir nada, sólo quería que estuviera bien de verdad, odiaba esos actos de violencia, no soportaba a los chicos así y se juró a si mismo que Ronald nunca la tocaría de nuevo.
-Dani ¿Dónde te metiste ayer?- Preguntó Lis. -Despareciste de la fiesta...
"Si tú supieras" Pensó Daniella, luego bajó la mirada hasta la mesa, aprovechando que no se había quitado las gafas de sol. No sabía bien que decir a su amiga, aunque sabía que la verdad no.
Había evitado mirar a Justin, le dolía demasiado y después de la noche anterior no tenía ganas ni de seguir viviendo.
-Fui con Ronald a dar una vuelta - respondió en voz baja- Si te pregunta mi madre dormí en tu casa.
-¿Y qué tal?- Preguntó ella con una sonrisa.
Justin no le gustaba ese tema de conversación, sabía cómo estaba ella y que su novia no lo hacía con mala intención.
-¿Sabías que anoche hubo un robo en la casa de al lado a la mía Daniella?- Preguntó en chico rápidamente. -Se montó una buena en nada, tuve que ir porque casi me rompen los cristales y todo.
Miró a Justin por primera vez en toda la tarde y suspiró, estaba agradecida por su intervención.
-Eh…, fue bien - respondió a su amiga. Luego fingió interés en el tema del supuesto robo- ¿Y qué paso al final? Vaya y justo anoche que podía venir el Lupus...
-Unos críos que se colaron en una casa- Dijo tranquilo. -Sí, ellos querían gastar una broma pero les salió mal y les cogió la policía.
Lis miró a su novio, normalmente no se hablaba con su amiga y se extrañaba pero a la vez le gustaba la idea de que se llevaran bien.
Daniella asintió con la cabeza y volvió a bajar la mirada. Cuando estaba sola se sentía insegura, desprotegida, asustada, pero con gente se sentía sucia, observada, parte de un plan común para dañarla, además estaba el hecho de que odiaba mentir a Lis.
Lis la seguía notando extraña pero no preguntó mucho más. Miró a su novio con la esperanza de que tuviera una idea para levantarla el ánimo un poco.
Justin al ver a su novia suspiró, no sabía qué hacer con ambas.
-¿Podríamos ir a dar una vuelta con el coche? Tomar el aire y eso- Propuso el con la esperanza de que Daniella aceptara.
Daniella lo último que quería era seguir con la pareja. Bastante le dolía verlos juntos como para irse de paseo con ellos, aun menos después de la noche anterior. Miró a la calle y vio que empezaba a oscurecer.
-No, id vosotros yo me voy a mi casa-respondió ella.
-No tía vente- Pidió Lis como una niña pequeña. -Será un rato, tomamos el aire y encima tenemos chofer y nos puede llevar donde queramos.
-No -volvió a repetir ella- Además me duele la cabeza.
Justin cogió el móvil molesto y sin que le viera Lis empezó a escribir a toda velocidad.
"Vente, va a sospechar, además quiere estar contigo, no te va a pasar nada y es mejor estar acompañada y no en casa sola con tus pesadillas"
Se lo envió y la miró esperanzado.
-Venga tía sólo un ratito- Volvió a pedir la chica.
Al leer el whatsapp de Justin lo miró mal, él no entendía nada y tampoco quería que lo entendiese y que volviese a sentir pena por ella.
Ver a Lis tan insistente la fastidiaba, no quería ir, solo quería encerrarse en casa y estar sola.
-He dicho que no-repitió levantándose-Paso de estar en medio de nadie, además falta poco para el toque de queda.
-Falta una hora para el toque de queda. Era por estar juntas un rato y recuperar el tiempo perdido con nuestro enfado- Se quejó Lis en bajo.
Justin suspiró sabía cómo era su novia y que si se enfadaba luego le tocaría a él aguantar el enfado.
"Daniella media hora, no pido más, vale que me odies pero es por Lis no por mi..."
Daniella estaba empezando a enfadarse cada vez más. Tiró el móvil al suelo con fuerza y la pantalla se hizo añicos, aunque los otros la miraron sorprendida, le dio igual, si no tenia móvil no podría hablar tanto con la gente y eso era lo que necesitaba, estar sola. Se odiaba a sí misma y se sentía demasiado mal.
-Joder Lis que no tengo ganas-le dijo enfadada-Y que no pienso estar en medio de nada.
-Pues vale- Dijo Lis molesta.
No entendía a su amiga sólo quería recuperar el tiempo que habían pérfido y encima tampoco entendía lo del móvil. Miró a su novio en busca de una explicación pero este negaba con la cabeza.
Decidieron irse, ya que Daniella ya no quería estar con ellos, por eso salieron de la cafetería y al salir y caminar los primeros metros, unos hacia el coche y otros hacia su casa, vieron como echaban el cierre. Pero no era por lo tarde que era, segundos más tarde sonó: el sonido más estridente de todos, el que hizo que todo se quedara en silencio y estático: el toque de queda.
Los chicos se miraron, sólo les separaban unos metros. Lis se abrazó a Justin, Daniella corrió hacia ellos aterrorizada. Nunca les había pillado el toque de queda, corrieron a las casas cercanas pidiendo auxilio, pero no les dejaron entrar, habían hecho demasiado ruido y una de las veces que se giraron lo vieron: el Lupus, el lobo negro con los ojos azul eléctrico que cambiaban a dorado cuando encontraba a su presa. Se quedaron quietos hasta que vieron que cambiaban. El miedo se apoderó de ellos y en menos de cinco segundos se encontraban en el coche de Justin, con este al volante y con el acelerador a tope. El lobo aulló y ellos se asustaron aún más. El indicador de gasolina indicaba que cada vez quedaba menos, sentían la mirada dorada del Lupus. No tuvieron más remedio que parar cuando encontraron un pequeño almacén con las puertas abiertas.
Sin decir nada las chicas entraron y Justin cerró como pudo haciendo palanca con una barra de metal, cogió otra y se fue al fondo con ella, todos sabían que estaban perdidos, el Lupus los encontraría esa noche.
El miedo inicial que se había apoderado de Daniella en una primera instancia luego fue sustituido por indiferencia, si el Lupus acababa con ella sería lo mejor, no sentía ganas de seguir después de la noche anterior, se sentía hundida y una vez pudo pensar con lucidez se alejó de los otros dos todo lo que pudo y se sentó sobre unos cuantos utensilios que había tirados por el almacén formando un pequeño montículo, miró a su alrededor y observó que había sido un almacén de productos agrícolas, ya que estaba sentada sobre cajas vacías de tomates.
No habló, ni tan si quiera miró a la pareja, se sentía demasiado dolida con todo, y por primera vez en su vida deseó encontrarse con el Lupus frente a frente.
Lis estaba aterrorizada, por muy fuerte que fuera su novio el Lupus lo destrozaría en un abrir y cerrar de ojos. Vio como Daniella se sentaba, sabía de los temores de la chica acerca de ese animal y por eso se extrañó aún más. Ella no se alejó de su novio que se mantenía de pie, con la barra en alto y los músculos tensados. Tenían miedo, miedo a morir o, incluso peor, ser esa criatura y matar ellos.
El silencio reinaba en aquel almacén y eso los ponía aún más nerviosos pero no podían hacer ruido o el Lupus los detectaría. Daniella miró de reojo a la pareja y sintió de nuevo que las lágrimas acudían a ella, las dejo salir lentamente, dejó que bañasen su rostro y deseó morir a manos del Lupus, deseó por primera vez que la destrozase, nadie podría devolverle lo que Ronald le había arrebatado, y sabía que estaba condenada a estar sola para siempre.
Sintieron como la puerta se abría y vieron la figura del Lupus en ella, sus ojos esta vez no eran azules ni dorados, si no que habían adquirido un tono negro, nunca antes se había escuchado eso sobre el animal, ahora que lo tenían de cerca, Daniella pudo advertir que era casi igual de alto que ella y no se quiso imaginar entonces su altura si se ponía a dos patas.
El Lupus los miró, ignoró a la pareja y se desvió hacia donde se sentaba la chica sola, en un principio Daniella sintió la muerte cerca pudo aspirar el aroma de esta e incluso estaba dispuesta a entregarse a ella, sería lo mejor para dejar de sentir dolor.

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